Por Dominga Valdez, Periodista
Artículo de opinión
Para iniciar este artículo definiré la palabra MEDIOCRE: Toda persona que no es muy inteligente y que no se destaca por ninguna cualidad ni capacidad en lo que realiza. Según el sociólogo y médico italo-argentino, José Ingenieros, en su libro titulado «El Hombre Mediocre».
Las características de estas personas, es su incapacidad para utilizar su imaginación, fijar ideas, es ignorante, maleable, carente de personalidad, opuesto a la solidaridad, vive según su conveniencia y no logra ni consigue amar.
Las personas mediocres, el autor las define igualmente como aquellas que no aceptan ideas distintas a las suyas.
Los mediocres por envidia, intentan opacar desesperadamente toda acción noble, porque saben que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y que no se ponga por encima de sí, se distinguen por ser vil y cobardes.
Leyendo estas definiciones de las personas mediocres, nos damos cuenta que convivimos con una cantidad impresionante de esos personajes, donde se pasan la vida criticando todo, ellos encuentran que merecen todo cuando en realidad no se ganan ni son merecedores de nada.
Es normal que ese tipo de gentuza, cuando todo lo encuentran fuera de orden, corroido por esa fea envidia, acto maligno que los pone en evidencia ante el mundo cuando sueltan sus venenos día y noche.
El mediocre, no tiene inventiva, es copión, no crea nada, tiene que plagiar siempre porque realmente en su cabeza, no funciona la lógica, eso que nos habla antes de meter las patas y los brazos.
Igualmente a estas personas les cuesta reconocer los talentos ajenos, porque no posee ninguno, son a veces dizque profesionales con anillo de graduación y su proceder deja tanto que decir ante los demás, cometiendo errores tras otro constantemente.
Cualquier cosa que ellos no se vean envueltos, no sirve, es incorrecto, incluso sabiendo que están errados continúan destilando su frustración por no lograr lo deseado.
Realmente la vida es simple, uno la complica con acciones que van en detrimento de nuestras propias personas.
La mediocridad no tiene ojos para ver la existencia con colores, todo es gris, oscuro, conflictivo, pesado, insípido, lleno de insensatez e imprudencias.
Viven teniendo frente abierto hasta con los muertos, siempre el mundo está contra ellos, deberían revisarse, eso es lo que deberían hacer, autoanalizarce porque a ningún imprudente lo veo feliz con nada ni con nadie.
La vida camina, fluye y hay personas que aún no comprenden que esto se llama mundo, conceptos diferentes, pero los habitantes de este espacio terrenal poseen ojos que observan todo y leen también cuando el envidioso está mordido porque no es tomado en cuenta para nada ni por nadie, simplemente porque sus formas de conducirse ante la sociedad que les tocó.
Tan fácil que es coger y dejar que el mundo ruede, enfocarnos en nuestras vidas, familias, proyectos, a cortos y largos plazos.
Vivir simplemente dejando las aguas correr, sin pretender nadar contra la corriente, porque nos arrastrará a donde desee.
Todo en la vida, hay que ganárselo, que nadie pretenda que le tiren flores cuando mandan bazucas, directas al higado de sus semejantes.
La envidia, mata, también mortifica, desespera, siendo cuchillo para las propias gargantas del envidioso que nada hace, nada logra, por que no se detiene a pensar, qué cosas les hacen mal, por eso actúa errático hasta en lo mas sublime y hermoso, el AMOR.