Las ofensas dejan huecos en el alma

por Dominga valdez

Las palabras tienen tanto poder, las pronunciamos a cada instante y momentos cotidianos, hermosos, emotivos, dolorosos, tristes, motivadores, para educar y también para destruir.
Cuando ofendemos con las palabras y estamos molestos, enojados, irritados por situaciones y mal humorados, tendemos a hablar sin pensar.
Hablamos de una forma tal, que las otras personas, se sienten lastimados emocionalmente.
Ofender, no sólo es pronunciar palabras fuertes, ofendemos con acciones, gestos, textos, llamadas con contenidos que laceran y arrugan el alma.
Talvez, alguien nos diga, ok, te perdono, no pasó nada, vamos a olvidalo, tranquila, pero, queda muchas veces, ése recuerdo amargo, de la ofensa, con el miedo de que en cualquier momento, se repita la acción desagradable.
El que ofende, siempre dice «no volverá a pasar, no pensé lo que dije, te pido excusas», pasan meses y de nuevo lo mismo.
El que es asiduo ofensor verbal, toma esa práctica, como una normal, como una impulsión, como algo, que dijo y no quería, pero realmente estaba consciente de que lo expresado podía lastimar.
Nadie debe aceptar ofensas de ninguna índole y mucho menos verbal, ésa sí, duele, como punzadas en el alma.
Sigo insistiendo, que se rompen matrimonios y relaciones, por las continuas ofensas de ambas partes.
Conocí una pareja, que decían armarse mucho, cuando se separaron el, caballero me dijo, éstas fraces,  «Nos separamos, porque hubieron, muchas ofensas fuertes, fueron demaciadas, de parte y parte, nos dijimos cosas muy hirientes, los dos, fue mejor coger cada quién su camino».
Las ofensas, duelen, pensemos ante de hacerlas, porque las palabras son como el agua, y los huecos dejados en el alma, al ofender y sentirnos ofendidos, con o sin razón, son muy difícil de tapar.
Admiro el poder de las madres, para perdonar las ofensas hechas por los hijos, pero de todos modos, duelen, aunque siempre alberguamos el perdonar, como característica de porqué somos seres, especiales, las madres.
Antes de ofender, hagamos un alto, para después no estar pidiendo excusas y perdón.