Por Rafael Darío Durán/ Periodista y escritor
Recuerdo cuando el locutor que conducía “Cien canciones y un millón de recuerdos”, Favio Taveras, decía: “Vilma da nombre de mujer a una canción” y entonces emergía en las ondas hertzianas la voz grave del chileno Lucho Gatica.
Vilma fue el primer nombre de mujer en el título de una canción del que tuve conocimiento en mi vida de melómano o quizás me falle la memoria.
Luis Enrique Gatica Silva, sí ese Lucho Gatica que conocemos, apodado “El Rey del Bolero”, además interpreta la canción con el título más corto de la historia. Se trata de “Y”, un bolero compuesto por el dominicano Mario de Jesús, nacido en San Pedro de Macorís, tierra de poetas y excelsos compositores.
“Vilma sombra blanca misteriosa, una espina y una rosa en la arena de la playa” y sigue: “Vilma bajo un cielo sin estrellas, tu imagen es más bella”.
Pienso que “Yira, Yira” es una queja amarga y lastimera de Enrique Santos Discépolo, su compositor, un conversar su desdicha con una mujer, destilar la retama por el ingrato mundo que en ese momento lo tocó vivir.
Una canción muy pesimista, pero convertida en uno de los tangos más escuchados.
“Verás que todo es mentiraVerás que nada es amorQue al mundo nada le importaYira, yira”Carlos Gardel le impregna ese sentimiento porteño a “Yira, Yira” y como siempre digo, nos cuenta la historia dramática de la frustración de un hombre (Discépolo) que al decir él mismo estaba pasando por un mal momento cuando decidió escribir este tango.
Yira pudo ser una amiga, una amante, una transmute cualquiera, una desconocida o una mujer imaginaria con quien desahogarse, a quien contarle “la indiferencia del mundo, que es sordo y mudo”, pero al fin y al cabo dio nombre de mujer a una memorable canción, a un tango digno de escuchar.
Este tango, posteriormente, el puertorriqueño Gilberto Monroig lo incluyó en su repertorio, en una producción discográfica que lleva por título “Tango de oros”.
Lo propio hizo el español Julio Iglesias en “Tango” y naturalmente que el propio Discépolo, calificado como “El Poeta del Tango”.
Además, pueden escuchar este tango en una excelente adaptación por el salsero boricua Jerry Rivera.
Otro nombre de mujer memorable en la canción es Yolanda, que invade dos canciones con temáticas distintas.
En la romántica de desamor con Fausto Rey (Fausto Ramón Sepúlveda), una negra que puebla la amargura de un hombre enamorado y desesperado, que no logra tenerla y que se conformar con evocar la belleza de su nombre. Y para aquellos amantes de la Nueva Trova Cuba, la “Yolanda” de Pablo Milanés, que no es más que una declaración de amor de un hombre agradecido.
Muy popular esta canción entre los revolucionarios de todas las épocas y otros que no lo fueron.
La más perversa de todas las mujeres que dan nombre a una canción es “Macusa”, compuesta por Francisco Repilado, cariñosamente el siempre recordado Compay Segundo y que me inspiró un libro de poemas (Poemas a Macusa con el permiso de Repilado) que algún día publicaré.
Las ingratitudes de “Macusa” las popularizaron en el país el dúo Los Compadres (Lorenzo Hierrezuelo y Repilado) y luego Milanés la incluyó en su repertorio.
Monroig, pero no Glenn, uno de mis artistas favoritos, le cantó con lastimera angustia a una tal Doris y apelando a la tradición musical española también a María Dolores, él mismo tocando la guitarra.
Y otra conocida como Margie, el bolero compuesto por Pedro Flores, que en realidad su nombre no se refleja en las letras de la canción, atormentó al Inquieto Anacobero Daniel Santos.