oincidencias del destino, los Duques de Sussex – que mantienen una tensa y distante relación con la familia de Harry desde que hace dos años se desvincularon de sus obligaciones ‘reales’, renunciaron a sus deberes y privilegios como miembros de la Familia Real y se mudaron a Estados Unidos huyendo de la presión mediática que sufrían en Inglaterra – se encontraban precisamente en Gran Bretaña cuando falleció la Reina Isabel II, hace justo una semana.
Harry y Meghan tenían previsto regresar a Los Ángeles con sus pequeños tras cumplir con diferentes compromisos profesionales en Alemania, Manchester y Londres cuando recibieron la noticia de la muerte de la soberana, a la que el hijo menor de Carlos III estaba muy unido pese a sus explosivas declaraciones sobre su familia en diferentes entrevistas, como la que concedió a Oprah Winfrey.
Un duro golpe para el Duque de Sussex, que suspendiendo todos sus compromisos se unía al resto de su familia en Balmoral para dar su último adiós a su adorada «abuelita», a la que dedicaba una emotiva despedida pública. «Esta despedida nos trae una gran tristeza, pero estaré eternamente agradecido por todos nuestros primeros encuentros, desde mis primeros recuerdos de la infancia contigo, hasta conocerte por primera vez como mi comandante en jefe, hasta el primer momento en que conociste a mi querida esposa y abrazaste a tus amados bisnietos.
Aprecio estos momentos compartidos contigo y muchos otros momentos especiales. Ya se te echa mucho de menos», expresaba a través de una nota hecha pública poco después del fallecimiento.