Por Brenda Féliz
El hospital Luis E. Aybar sigue lleno de familiares
Decenas de familiares de pacientes de covid-19 esperaban en la mañana de ayer noticias de sus parientes por parte de los médicos, con rostros cabizbajos y sentados en el contén de una de las aceras del hospital Luis Eduardo Aybar.
Entre la muchedumbre de rostros tristes estaban los hijos y la esposa del paciente de coronavirus Luis de Jesús Luna, de 65 años de edad, quienes más de una vez expresaron que “con Dios por delante su pariente se sanará, ya que hay muchas personas orando por él”.
Aunque la esposa de Luna, Glacina Canario, expresó que para ella es muy duro no estar al lado de su esposo estando tan delicado de salud.
“Es duro no estar al lado de él, porque no le puedo pasar la mano, no sé si tiene hambre ni le puedo dar agua.
Lo único que sé es lo que el doctor me dice”, expresó Canario, quien indicó que como familia contemplaron la idea de cambiar a su familiar a una clínica.
Mientras que uno de los hijos de ambos, José Manuel, exclamó que está desesperado porque su padre ya lleva 16 días interno, pero externó que confía en que Dios lo sanará.
No obstante, la tecnología ha sido un aliado para esta familia en estos momentos de tormento, pues cada día la esposa de Luna y sus dos hijos hablan con él por videollamada, aunque él solo les puede hacer señas de que está bien, ya que no puede hablar por su delicado estado de salud.
En ese contexto, Canario indicó que los síntomas del virus que tuvo su esposo en la casa fueron vómito, diarrea, dolor de cabeza, dolor pecho y articulaciones, además de fiebre muy alta.
Manifestó que por esos síntomas llevó a su pareja a la clínica Cruz Jiminián en donde le diagnosticaron covid-19, lo medicaron y lo enviaron a la casa.
Sin embargo, pasaron los días y la salud de Luna empeoraba, por lo que su esposa lo volvió a llevar a la clínica y allí lo refirieron al hospital, debido a que necesitaba internamiento y en el lugar no había camas disponibles para pacientes con covid-19.
Desconfianza en la vacuna. En otro orden, Canario indicó que aunque a sus dos hijos ya les dio el virus, su esposo se contagió en su trabajo en donde se desenvuelve como desabollador de vehículos.
Sostuvo que su pareja no tiene ninguna comorbilidad con el virus y que llegó a ponerse una dosis de la vacuna, razón por la cual tanto ella como sus dos hijos no se vacunarán, ya que “él se inyectó y mira donde está complicado”.
José Manuel expresó que no tiene ninguna confianza en la vacuna, porque “eso está extraño y ahora quieren repetir dizque una tercera dosis. Uno lo que siente es que están usándolo de conejito de indias”.