Por Rodolfo R. Pou
Durante décadas, la idea de migrar estuvo asociada con progreso. Salir del país natal significaba dar un salto hacia adelante, mientras que regresar era casi siempre interpretado como un tropiezo. En el imaginario colectivo, el retorno evocaba nostalgia, desempleo o derrota. Sin embargo, en los últimos años, esa narrativa se ha invertido.
Hoy emerge una nueva realidad en el mapa humano de las migraciones: hombres y mujeres que, después de construir una vida en el extranjero, eligen volver porque perciben que su país de origen les ofrece dignidad, mayor promesa, estabilidad y oportunidad que el lugar al que una vez emigraron. Muchos antropólogos, se refieren a ello con el término “Migración contradiaspórica” o “migración de logro”.
Este fenómeno —que definimos en Diaspora & Development Foundation como el Retorno con Ventaja— rompe con la vieja ecuación de éxito y fracaso, y redefine lo que entendemos por movilidad social y prosperidad.
El Retorno con Ventaja no es un acto emocional ni una respuesta impulsiva. Es una decisión estratégica. Representa un cambio de paradigma: el migrante que retorna lo hace con la conciencia de haber adquirido capital humano, experiencia profesional, y visión global, y decide invertir ese patrimonio simbólico y económico en el entorno donde ahora ve mayor potencial de crecimiento.
Una definición necesaria
El Retorno con Ventaja es una forma de migración de retorno voluntaria en la que los inmigrantes optan por reasentarse en su país de origen al percibir que allí existen mejores condiciones de prosperidad, calidad de vida u oportunidad que en la nación receptora.
A diferencia del retorno forzoso —que responde a la deportación, el desempleo o el fracaso—, este nuevo retorno se fundamenta en la comparación positiva: el país de origen ya no se percibe como “menos”, sino como un espacio de posibilidad. Este tipo de migrante no vuelve derrotado, sino empoderado. Y en ese giro conceptual se esconde una transformación profunda del mapa social contemporáneo.
El Retorno con Ventaja también refleja una madurez migratoria. Las segundas y terceras generaciones observan el país de sus padres con una mirada más analítica que emocional, y algunos deciden trasladarse, invertir o residir parcialmente en él, motivados por las oportunidades que su propio entorno les niega.
Cifras que revelan la tendencia
Los números comienzan a respaldar este cambio. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la CEPAL, el retorno voluntario en América Latina ha crecido sostenidamente en la última década.
México, por ejemplo, pasó de registrar unos 267,000 retornados en 2005 a más de 430,000 en 2020, según cifras del INEGI y el Pew Research Center. En Colombia, las autoridades migratorias reportan una ola de retornos vinculada no solo a la crisis venezolana, sino también al regreso de colombianos que residen en Estados Unidos y España.
La República Dominicana también vive un fenómeno similar. En los últimos diez años, más de 100,000 dominicanos han retornado, muchos de ellos con estudios, ahorros, y experiencia profesional adquirida en el extranjero. El perfil de ese nuevo retornado es distinto: domina idiomas, maneja tecnología, posee relaciones, conoce procesos empresariales, y está dispuesto a crear su propio espacio económico en casa.
Estas decisiones no surgen en el vacío. La región latinoamericana, pese a sus desigualdades, ha mostrado en los últimos años un crecimiento superior al de varias economías europeas. Mientras Alemania apenas registró un 0.2% de crecimiento en 2023, países como República Dominicana alcanzaron cerca del 5%. A eso se suma un costo de vida más bajo, una vida comunitaria más sólida y —quizás lo más importante— la sensación de pertenencia y propósito que muchos migrantes perdieron en sus países de residencia.
El factor anti-migración
Pero el Retorno con Ventaja no es solo fruto del atractivo del país de origen. También es consecuencia directa del clima político y social en las naciones receptoras.
Estados Unidos, históricamente visto como el destino de las oportunidades, enfrenta una oleada de retórica anti-inmigrante cada vez más intensa. Las reformas migratorias se han estancado durante décadas, los procesos de residencia son más restrictivos y costosos, y las narrativas de exclusión han ganado terreno tanto en medios como en la política. Lo mismo ocurre en varios países europeos, donde el ascenso de partidos de ultraderecha ha traducido la ansiedad social en políticas migratorias cada vez más duras.
El resultado es una sensación generalizada de desgaste y desilusión. Profesionales que alguna vez soñaron con progresar en Nueva York, Madrid o Milán, ahora descubren que sus avances se detienen por la falta de estatus migratorio, el techo de cristal o la discriminación. Para muchos, el país que los acogió dejó de ser tierra de promesas y se convirtió en un territorio de límites.
En cambio, su país natal —donde antes vieron obstáculos— ahora ofrece terrenos más fértiles para emprender, invertir o simplemente vivir con dignidad. La hostilidad percibida en el país de acogida se convierte, irónicamente, en el catalizador del retorno.
Un fenómeno con impacto social y económico
El Retorno con Ventaja tiene implicaciones profundas. Para los países de origen, representa una oportunidad histórica: reciben ciudadanos que regresan con ahorros, conocimientos, redes y valores de productividad aprendidos en el extranjero. Es una migración de retorno que genera transferencia de capital humano, económico y cultural.
Estos retornados suelen convertirse en emprendedores, innovadores y líderes comunitarios. En muchos casos, son ellos quienes impulsan nuevos sectores económicos, revitalizan zonas urbanas y
crean empleos. Además, traen consigo una ética de trabajo más exigente y una visión más global del desarrollo local.
Para los países receptores, en cambio, la pérdida es silenciosa pero significativa. Al expulsar o desalentar a sus comunidades inmigrantes, pierden no solo fuerza laboral, sino también diversidad, creatividad y vitalidad económica. Se erosionan los puentes culturales y comerciales que las diásporas habían construido durante décadas.
Cambios fundamentales
Las naciones latinoamericanas no tienen una política real sobre sus diásporas y mucho menos entienden la importancia de sus patrimonios. El potencial que estas portan bien pudiera impactar el desarrollo de estas naciones de origen. Sin embargo, no las reconocen ni las saben administrar. Están encerrados en propuestas que solo refuerzan el activismo político a través de ofertas culturales o informativas, encabezadas por dependencia oficiales. Estas solo generan un vínculo de referencia, no de inclusión participativa y obviando el potencial de su patrimonio.
Más allá de los Estados no proponer políticas reales de inclusión de los capitales de sus diásporas, ahora se están viendo con un dilema aún mayor, que no tienen políticas de inclusión para los que están regresando.
Conclusión: regresar adelante
El Retorno con Ventaja redefine las migraciones del siglo XXI. Ya no se trata de huir del pasado, sino de proyectar el futuro desde otro lugar. Volver no es rendirse, es reposicionarse.
En un mundo que se fragmenta por el miedo y la política, miles de inmigrantes están demostrando que la prosperidad no siempre está del otro lado del mar ni más allá de la frontera. A veces, está en el mismo lugar donde todo comenzó.
Los gobiernos de la región harían bien en reconocer esta tendencia, medirla y canalizarla. Porque cada retorno de ventaja no es solo una historia personal de éxito: es una oportunidad colectiva de desarrollo, una repatriación de talento y esperanza.
La lección es paradójica. La nueva vuelta no es emigrar. Es ser parte de las diásporas bumerán. Una que no está volviendo hacia atrás, sino en ruta hacia adelante, retornando con ventaja para sí y para su nación de origen.
Rodolfo R. Pou es el Presidente del Consejo Directivo de Diaspora & Development Foundation -DDF en Estados Unidos. Pou es, además, articulista, autor y experto en temas sobre las diásporas.