Por Lic. César Fragoso. Asesor Inmobiliario
En los últimos años, el mercado inmobiliario de República Dominicana ha vivido una transformación silenciosa pero profunda. Ya no hablamos solo de apartamentos vacacionales en zonas turísticas o residencias permanentes en ciudades principales. Existe un nuevo modelo que está ganando terreno a pasos acelerados: la vivienda mixta turismo–residencial, una fórmula que combina lo mejor de ambos mundos.
Este tipo de propiedad permite que un comprador pueda usar su inmueble para vacaciones, para vivir de manera temporal o permanente, y además alquilarlo cuando no lo esté utilizando. Es un modelo flexible, adaptable a distintas etapas de la vida, que se vuelve especialmente atractivo en un entorno donde la movilidad, la inversión y el teletrabajo son cada vez más comunes.
¿Y por qué está creciendo tanto este tipo de inversión? Porque la demanda de estadías cortas, largas y de estilo de vida está en auge. Personas de todo el mundo buscan destinos con clima agradable, seguridad jurídica, amenidades modernas y buena conectividad. La República Dominicana, especialmente Punta Cana, Samaná, Las Terrenas y la costa norte, cumple con cada uno de esos requisitos.
Al mismo tiempo, dominicanos en el exterior están mirando hacia su país con mayor interés. Muchos desean un lugar donde venir varias veces al año, que además les genere ingresos cuando no estén, y que también pueda convertirse en su vivienda definitiva más adelante. La vivienda mixta responde perfectamente a esa necesidad.
Una de las grandes ventajas de este modelo es que permite maximizar el uso y el retorno. No tienes que escoger entre “vivo ahí” o “lo alquilo”; puedes hacer ambas cosas. Y en un mercado turístico robusto como el dominicano, esa flexibilidad se traduce en mejores oportunidades de rentabilidad.
Además, los desarrolladores actuales están diseñando proyectos pensados precisamente para ese doble propósito. Amenidades extendidas, espacios de coworking, áreas deportivas, piscinas tipo resort y servicios que permiten que un residente —sea temporal o permanente— disfrute el inmueble sin sentir que vive en un hotel, pero con todas las comodidades de uno.
La parte legal también ha evolucionado. Aunque cada municipio tiene sus reglas, la tendencia es facilitar el uso mixto siempre que el proyecto esté diseñado para ello. Por eso es fundamental que el inversionista verifique desde el inicio si el desarrollador contempla el alquiler turístico, el residencial o ambos, y bajo qué normas operará la administración.
Otro beneficio importante es la proyección de valorización. Los proyectos mixtos suelen ubicarse en zonas de alto crecimiento, donde la combinación de turismo, servicios y
desarrollo urbano impulsa el valor del metro cuadrado año tras año. Esto convierte la compra en una protección patrimonial sólida.
Ahora bien, como cualquier inversión, también tiene sus retos. Uno de ellos es la gestión. No es lo mismo alquilar a largo plazo que administrar reservas turísticas. Por eso muchos proyectos ya incluyen empresas operadoras que se encargan de todo, permitiendo al propietario disfrutar de su inversión sin complicaciones.
También es importante considerar los costos de mantenimiento, mobiliario y estacionalidad. Aunque en lugares como Punta Cana la ocupación es alta todo el año, siempre habrá meses más fuertes que otros. La clave está en elegir un proyecto que tenga demanda constante y una propuesta de valor atractiva para distintos tipos de huéspedes.
Otro punto relevante es definir desde el inicio el objetivo. Algunos compradores priorizan rentabilidad; otros el uso personal. La combinación es posible, pero la estrategia cambia dependiendo de qué porcentaje del año deseas habitar la propiedad. Un buen asesor inmobiliario debe ayudarte a diseñar esa estrategia antes de firmar.
Para muchos dominicanos, especialmente los que viven en Estados Unidos sin papeles o con movilidad limitada, este tipo de vivienda representa libertad. Invierten en su país, tienen un lugar propio para venir, no dependen de préstamos complicados, y al mismo tiempo generan ingresos en dólares o en pesos. Es una solución inteligente en un mundo que cambia rápido.
En el caso de los extranjeros, la vivienda mixta también resulta muy atractiva porque les permite tener un pie en la isla sin la obligación de mudarse de inmediato. Pueden venir por temporadas, alquilar el resto del año, y decidir más adelante si quieren establecerse de manera permanente.
Mirando hacia el futuro, todo indica que la vivienda mixta turismo–residencial será una de las grandes protagonistas del mercado inmobiliario dominicano. Los compradores la prefieren, los desarrolladores la están impulsando y las zonas turísticas la demandan. Es un modelo que llegó para quedarse y que seguirá expandiéndose en los próximos años.
En definitiva, estamos frente a una nueva generación de inversión inmobiliaria: más flexible, más moderna y más alineada con el estilo de vida actual. Para quienes buscan seguridad, rentabilidad y un uso real de su propiedad, este puede ser el camino más inteligente.